Son las 10 y media de la noche y caminamos en una oscura y fresca noche. Vamos por un camino empedrado bajando hacia el pueblo; ya se escucha al Depa diciendo algunas palabras de bienvenida a los corredores. Corre por mi mente una tranquilidad enorme y, abrazado a ella por primera vez rumbo a esa largada. Esta vez no tengo ningún miedo ni nervios, quizás porque ya estar en esa largada es ganar para mí. Estoy con mamá y quiero que este día no se termine, es la primera vez que comparto esto que tanto amo hacer con ella que me trajo a este mundo. Recuerdo esas noches caminando desde algún sembrado volviendo a casa en el norte de argentino donde nací, recuerdo muchas veces caminar en plena oscuridad de la noche, a veces con una vieja linterna o a veces con solo la luz de la luna, corredores me saludan y algunos me piden sacarnos alguna foto, con amabilidad accedo pero mi mente está en otro lugar, en el norte y cuando tenia 5 años.

Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina camino a la largada.

Le pregunto a mamá qué siente de verme correr por primera vez. Me responde que siente una felicidad enorme. Si supiera que he soñado mucho con este momento. La abrazo y seguimos caminando, mientras mi hermana caminan más adelante. Con una firmeza absoluta, le digo: “Hoy me vas a ver correr como Dios manda”, frase que siempre escuché decir a ella cuando uno hace algo de una forma diferente, cuando uno ejecuta algo usando alma, mente y cuerpo. Por dentro sé que esta carrera la voy a correr con mucha pasión porque es una de las más grandes de Argentina y me va a permitir clasificar al Ultra- Trail du Mont-Blanc lo más grande a nivel mundial que puede acceder un corredor de ultra trail. Sé que estoy usando la mente porque en los últimos dos meses he estudiado cada detalle del perfil de la carrera y también he realizado muchos análisis de mis entrenamientos para saber qué es lo mejor como preparación. En los últimos meses también he realizado los mejores en- trenamientos de montaña, pudiendo hacer varias semanas de 8 mil metros de desnivel positivo y haciendo mis 25 horas de entrenamiento cada semana. Todo esto me da la seguridad de que hoy voy a correr como Dios manda.

Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina walking to start line.

A los pocos minutos ya estoy en el arco de largada. De a poco los animadores van llamando a los corredores como a ovejas a un corral. La música va cambiando para hacernos rememorar nuestras vivencias antes de venir a este momento. Faltando 5 minutos, suena la música de Vangelis; lo primero que viene a mi mente es UTMB en Chamonix y todo lo que se vive allí. De a poco nos ponemos melancólicos todos en esa larga, miro a mi costado y algunos serios otros a punto de brotar lagrimas todos estamos como en un mundo interno, recordamos todo lo que hemos pasado y conversamos con nosotros mismos en silencio. Siempre en este momento es el único en el que hablo a mí mismo con un cariño y dulzura especial: hoy vas a correr como nunca, nadie te va a parar desde el primer kilómetro. Has venido desde tan lejos, estuviste una semana mirando estos senderos. Hoy vamos a correr como si fuese un concierto y estamos a punto de subir al escenario. Recuerdo esa entrada de Freddie Mercury al estadio Wembley antes de su gran concierto.

Mientras eso, escucho un recuento de 10, 9... y ahora sí, miro al público y siento nervios de ver tanta gente, tantos celulares, y ya dicen 3, 2, 1 y largaron. ¡Pego un grito diciendo ¡Vamooo! Salgo con euforia, como un galgo cuando sueltan al conejo. Hago 30 metros, veo de reojo a mi costado y está Sergio, y pienso: ya sabíamos cómo iba a ser esto. Ambos queremos dar nuestra mejor versión hoy ya que hasta ahora somos los que en los últimos años hemos corrido mejor en carreras internacionales de ultra trail y la carrera de hoy está para cualquiera, así que ahí vamos en dupla rumbo a ascender la primera montaña. En algunas notas de trail la llamaron la carrera donde se juega el título argentino de mejor ultrero del país.

Jamás imagino que iriamos a correr así hasta casi el amanecer. Usualmente el ultra es cues- tión de eliminación; van quedando los más fuertes ese día. Y esto a veces es cuestión de suerte o de buena suerte. Yo entrené todo para que sea buena suerte. Agregué cada pequeño detalle para que el balance vaya a mi favor este día.

La noche es muy fría y empezamos a ascender por montañas rocosas y de a ratos, pastizales que cubrían todo el suelo, típico de esta zona, donde en cada paso no se tiene certeza de en qué aterriza el pie. Los kilómetros van pasando y de a ratos voy girando para ver la estela de frontales todo parece un enorme serpiente que dibuja la montaña. Es una mañana de las de siempre en ultra, sólo que ahora voy con un corredor al lado; de ratos va adelante y por momentos voy yo enfrente. En un momento dado, en unos manchones de hielo, patino y caigo en seco, me asusto profundamente de si mi carrera terminaría ya a los 20 km de largada. Pienso en no lastimarme; por suerte es sólo un golpe. Sergio, el otro corredor, me adelanta y lo sigo por atrás; todavía quedan demasiados kilómetros como para jugarse nada.

Llegamos a la parte más alta, la zona de los refugios. Primero el refugio Marcos, es un com- plejo de casitas bajas. Nos reciben con mucha calidez las pocas personas que hay, se los ve muy abrigados, pienso: pobres de estar aquí sin razón más que servir y asistir a los competidores, qué tarea dura. Porque nosotros los corredores a veces somos egoístas y tener gente que nos atiende nos hace sentir superiores y veo muchos casos donde corredores llegan a un puesto de forma prepotente exigiendo ser atendidos a ritmo de Fórmula Uno. Por esto siempre que llego a un puesto donde uno sabe que el voluntario tuvo que hacer un enorme esfuerzo por haber llegado ahí tal vez puede haber sido días.

Salgo de este refugio y se muy bien que desde ahí nos queda un falso llano de 5 km donde se puede correr mucho hasta conectar el refugio González. No son ni las 4 am y ya estamos llegando a este puesto, por momentos las bolsas rojas de marcas son difíciles de ver. Esta vez nos alcanza un tercer corredor, este es Fer Mendieta. He escuchado hablar de él ya que es el último campeón argentino, y también parte con esa confianza de haber batido a todos los mejores corredores de ultras en estas mismas montañas hace un par de meses.

Los tres casi juntos entramos al refugio, a recargar líquido, y también a intentar tomar algo caliente. Me ofrecen sopa, intento tomar un poco y está caliente como para pelar pollos, le pongo agua fría, ahí logro darle unos sorbos y decido partir. A los pocos minutos ya me alcanzan por atrás las otras dos frontales de Sergio y Fer. La bajada se hace amena de ritmo por suerte ya lo había conocido, sabía que en noche me llevaría 1h40 esos casi 15 km. En este tramo sufren mucho mis tobillos, de ratos piso en falso y por momentos también se tuercen; pienso en lo difícil que es correr rápido en esta parte.

Debemos ya transitar el km 45 y mi mayor motivación es que en el siguiente puesto esta- rían mis asistentes, mi hermana Kelly y unos amigos muy cercanos de Bariloche que también estuvieron asistiendome en Chamonix Francia, Gaby, Oscar. Como a las 4 y media de la ma- drugada, entramos a Villa Alpina, un pequeño parador de montaña con algunos albergues para esos montañeros que se encuentran por ascender a la cumbre del cerro Champaquí y quieren reposar cerca de la montaña. Faltando poco empiezo a ver las luces de Villa Alpina. Pienso en ese caldito caliente entrando por mi garganta, pero más felicidad va a ser ver caras conocidas. Al llegar veo algunas linternas que me señalan el camino; adentro de una casita está Gaby con el banquete listo: geles y botellas de agua preparados de carbohidratos líquidos que me ayudaran con energía suficiente para los próximos kilometros. Me hidrato con calma, bebo ese caldo y en menos de 1 minuto ya estoy saliendo.

Sé que ahora que viene el amanecer es momento de apretar y marcar distancia, no me olvido que justo en Villa Alpina cambia mucho la carrera, sendero más corrible y poco desnivel acumu- lado. En este momento me pongo una meta: intentar caminar lo menos posible y simplemente avanzar todo lo que se pueda ahora que me siento bien. Me acuerdo de la entrevista que le hicieron Katy Schide donde le preguntaron cuál fue su estrategia para ganar UTMB, ella dijo simplemente corrí fuerte cuando me sentí bien y cuando tenía esos bajones sólo bajé el ritmo, simplemente escuché a mi cuerpo. Pienso esto es lo que voy a hacer hoy.

De a ratos giro la cabeza y ya no se ve ninguna linterna; asumo que voy sacando 3/5 min, pero no estoy seguro. Pienso cómo se irá dando la carrera atrás: Sergio habrá podido descolgar a Fer, o seguirán juntos; otra gran duda es si el español, un reconocido Cristófer Clement, habrá empezado a poner segunda marcha y me pasará como un avión, o si el francés que siempre hace su remontada estará haciendo lo mismo. Pero me digo a mí mismo: piensa en tu carrera, el resto no importa.

A las 7 am pasamos el puesto que está en medio de unas sierras bajas, a esta hora está lo más frío de la mañana; espero llegar acá al amanecer, pero no, aún queda un rato largo para correr con linterna. Las siguientes dos horas son muy monótonas: correr y correr sin parar, inclusive las pendientes más largas las puedo trotar.

Ahora ya son las 9 y media de la mañana cuando llego al puesto del km 100, todo viene como se ha planeado: comida, tiempos de paso y dosificación de esfuerzo, lo único que viene diferente a lo planeado es que vengo primero y con 15 minutos de ventaja . Todavía puedo tro- tar las subidas. Entro al puesto donde Gaby me espera con todo listo. Asistencia de 1 minuto y a salir. Supuestamente quedan 25 km a meta. Salgo fuerte a seguir el ritmo. La realidad es muy diferente, la primera subida de +600 m llevo un ritmo decente; pero en la segunda subida siento que es una pared, por la pendiente y también mentalmente, subiendo pienso en Courtney Dawalter cuando habla de entrar a la cueva del dolor (la famosa pain cave), ella supuestamente disfruta cuando llega ahí, ese es su mantra, que cuando llega a ese sitio ficticio es cuando dice que hay que trabajar.

Intento aplicar eso pero es muy duro todo, cada paso es un sufrimiento enorme , ya no soy ese hombre que sonreía en los primeros kilómetros. Mentalmente me cuesta motivarme, además cuando llego al km 110 me dice el del control que todavía quedan 20 km; en mi cabeza no dan las cuentas si nuestra carrera es de 125k y en mi reloj dice que ya vamos por el 110 km y medio, me vengo abajo, me cuesta subir, me hidrato, como bien pero la fuerza no es la misma. En un puesto me dicen que el francés se está acercando. Pensamientos de esos de sentir que todo el esfuerzo de la noche se perdería llegan a mi mente. Intento motivarme, a pesar de que mis tobillos ya están en las últimas, me cuesta mucho maniobrar las bajadas. Con lo último asciendo el Cerro La Virgen siempre mirando hacia atrás; por suerte desde aquí se puede con- templar Villa General Belgrano, pienso en mi mamá que debe estar por allí. Pensando dónde vendrá su hijo, si supiera que su hijo está en una cueva ficticia luchando con los demonios más severos como son los de nuestra mente.

Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina bajando el último cerro.

En la última bajada la encuentro a la que con cariño llamo tia Gaby Bocchi que con seriedad me mira y me dice: “Ni se te ocurra bajar el ritmo que viene a 3 min el francés”. Si supiera lo que estoy peleando por dentro para correr por estas piedras con unos tobillos que parecen un flan. Pero aún así pienso que mi mamá estaría en la meta, logro decirme: “vamos, es lo último a terminar esto”, y ahí es cuando puedo salir de esa cueva.

Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina entrando a meta.

En poco tiempo conecto la entrada al pueblo, es increíble la cantidad de gente que empiezo a ver, todos felices de verme bajando a toda velocidad. La motivación se siente, pienso que si acá hay cantidad de gente no me quiero imaginar lo que va a ser en meta. Pienso: ojalá que mi mamá esté cerca del arco, ojalá esté por ahí para ver esto que va a ser único, el primer Argentino ganando la general de una carrera del circuito internacional by UTMB. Ya solo que- dan 3 cuadras sigo corriendo fuerte, pienso en todo lo vivido mientras ya se ve el arco. Por detrás no viene nadie, digo: ya está. Voy de un lado al otro chocando las manos, no reconozco a nadie pero es una felicidad enorme vivir y sentir esto. Busco a mamá en la multitud y ojalá esté pudiendo ver esto; era algo así como de niño cuando arriba de una vieja bicicleta decía: “mira mamá, sin manos mamá”. No lo creo, está acá al lado mío adentro del corralito. Voy a buscarla, la abrazo mientras le digo: “Por fin te puedo mostrar esto”. Hace pocos meses perdí a papá que nunca me vio correr, pero hoy cumplo este pequeño sueño.

Finalmente mi mente guarda este momento como uno de los mejores vividos en el correr. Y una vez más la felicidad es mayor cuando se comparte.

Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina el abrazo deseado.
Valholl Argentina Race Day
Valholl Argentina cortando la cinta de meta.